viernes, 27 de abril de 2007

Enfocándonos empíricamente

En este último tiempo, he podido apreciar que las clases en la universidad son un tanto más "pesadas" y un poco accidentadas, pues en la mayoría de éstas no han concluido en el tiempo asignado, se han cambiado certámenes, ha habido indicios de "paros", pero aún así el calendario avanza a una velocidad que a cualquiera le espanta.
Me he visto en la obligación de esperar hasta el último instante para poder redactar esta reflexión, pues no he podido asistir a muchas clases, pero aún así hay mucho que rescatar de éstas.

Tratando de poder llevar al papel en forma de una teoría, lo vivido en la sala de clases, se nos presenta un gran abanico de enfoques y distintas teorías que a lo largo de la educación se han desarrollado de una manera casi evolutiva, en las que el o la docente y alumnos (as) asumen distintas funciones pedagógicas en un mismo lugar, la sala de clases, pues así es como todos creemos ya con ciertas nociones curriculares que hemos podido conocer en esta asignatura.
Pero ¿Cómo poder llevarlas a cabo?
He podido conocer distintas opiniones de compañeros de ramo, pero creo que gracias a la práctica en aula que ya he tenido, he podido darme cuenta que el enfoque al que un pedagogo quiera optar se elige de una manera híbrida, pues el medio social condiciona de una manera casi brutal. Sé que muchos piensan que puede sonar como una aberración. Pues bien, para mí no lo es.
Con casi nulos conocimientos curriculares, el año 2006 me lancé a la práctica en una escuela de un sector casi marginal de Chillán. El clima educacional si bien era difícil de conseguir, era posible de lograr, por lo que tuve que recurrir a distintas estrategias de motivación, como actividades de gran contenido constructivista, en las que casi por obligación debía guiar a los niños (as) en sus dudas, ser uno más con ellos, pero no perder el rol de profesor y de persona adulta, para poder mantener un buen clima en el aula, cuidando de no caer en el autoritarismo.
También creo que en algún momento me dejé llevar por el positivismo, pues en momentos debía aplicar actividades más fáciles de elaborar, basadas en estímulo y respuesta y de un orden lineal.
Pero ¿A que quiero llegar con todo esto? A que la experiencia de estar en el aula es una gran forma de darnos cuenta de las virtudes de las diferencias de los enfoques curriculares. No es seleccionar y cerrarse en un enfoque, sino poder contrastárlos y sacar lo mejor de cada uno, sin subestimar la capacidad de aprendizaje de los niños (as), pero si conocer las trabas que puedan presentarse y hacer lo máximo por mejorarlas.

1 comentario:

Profesora dijo...

Antonio:
Me gusto tu reflexión y debido a tu experiencia te has dado cuenta que podemos recatar lo mejor de cada enfoque curricular. En tu comentario no justificaste tus argumentos con citas bibliográficas, recuerda que debes mejorar tu redacción y ortografía.
Suerte.
La profe.

Visita Hinchadaroja.tk

Visita Hinchadaroja.tk